Esta serie de notas que hoy iniciamos, tiene por finalidad rendir homenaje a aquellos visionarios que no sólo han ayudado a dar vida a la liga postal de su país, sino que se han esforzado porque la misma trascienda sus fronteras.
CUBA (FE.C.A.P.)
LAZARO FRANCISCO ACOSTA RUIZ
Agradeciéndole por anticipado que haya accedido a esta entrevista, lo invitamos a su formal presentación:
—– Nací en La Habana, el 30 de septiembre de 1948. Profesor, graduado de Licenciado en Educación (1980) y Doctor en Ciencias Pedagógicas (2010). Cuarenta años de experiencia docente en la Educación Superior, impartiendo asignaturas de las disciplinas Gráfica de Ingeniería, Ciencias de la Computación y Ciencias Pedagógicas en pre y postgrado. Actualmente jubilado, pero contratado como Profesor Consultante, miembro asesor de la Comisión de Carrera de Ingeniería Mecánica y Presidente de la Comisión Nacional de la disciplina Gráfica de Ingeniería de Cuba.
Mis hobbies son la lectura y el ajedrez. He incursionado como aficionado en la poesía y en actuación teatral.
– ¿Cuando descubrió al ajedrez?
—– Aprendí los rudimentos cuando estudiaba en el nivel secundario, más o menos a los 13 años. Por esa época (1961) se inicia el gran movimiento por divulgar e incrementar la práctica de este juego-ciencia en Cuba, tierra de José Raúl Capablanca. Me interesé al ver jugar a otros estudiantes, en los ratos de recreo, pero comprendí las reglas al recibir por correo, gratuitamente, un folleto elaborado y distribuído por José Luis Barreras, entonces Comisionado Nacional de Ajedrez.
Conseguí unos trebejos de muy mala calidad (que me regaló un vecino del barrio) hechos a partir del palo de una escoba, pintadas de rojo y negro. Mis primeros rivales fueron los amigos más cercanos, a los que previamente les enseñé el movimiento de las piezas. Llegó el turno de adversarios más fuertes: un tío político por parte de padre, llamado Ramón, y un vecino mío, César, que serían jugadores de 2° categoría, a quienes no tardé en superar, lo que me inspiró a buscar nuevos contendientes en las peñas de cierta categoría que comenzaban a surgir en distintos lugares de la ciudad.
Un año después, se organiza en Cuba el primer torneo verdaderamente nacional, porque se inicia con eliminatorias a nivel de barrio, municipio, provincia y nación; de manera que se otorgaban categorías a cada una de esas fases (3°, 2°, 1°, Experto Regional, Experto Provincial, Experto Provincial y Maestro Nacional). Los aficionados se captaban fundamentalmente en las escuelas, industrias y centros de trabajo.
Pero para poder jugar y ascender dentro de este sistema tuve que actuar desde el comienzo -en paralelo- como organizador, árbitro y jugador, porque de otra manera no había quien se ocupara de organizar los torneos en cada fase y además hacer el reporte oficial para que tuviese valor real.
En esa primera experiencia aprendí más como organizador que como jugador. Transcurridas las primeras etapas y enfrentando a jugadores más fuertes, alcancé la categoría de Experto Regional, que me abrió las puertas de la Comisión provincial de ajedrez, que dirigía el Arbitro y Comisionado Provincial, Rolando Bruno Vázquez, lo que me significó trabajar como auxiliar (organizador y arbitro) en campeonatos provinciales y nacionales en sus variantes Escolares, Juveniles y Campeonato de Cuba, hasta que en 1965 en reconocimiento a mi desempeño como Activista Voluntario (personas que trabajan gratuitamente como organizadores en distintos deportes), el Comisionado Nacional de Ajedrez, José Luis Barreras, me acepta como miembro del equipo técnico de los Torneos Internacionales Capablanca In Memoriam, siendo mi primera responsabilidad, en el IV Capablanca (1965) actuar como mensajero en la transmisión de las jugadas, entre La Habana y Nueva York, de las partidas de Robert Fischer, que por primera vez en la historia participaba en un torneo en vivo jugando a distancia por teletipo; experiencia que me permitió escribir un libro muchos años después.
– ¿Cómo se entera de la existencia del ajedrez postal?
—– Me viene a la memoria como si fuera hoy: me encontraba en el Salón de Embajadores del Hotel Habana Libre, cuando se me acerca el AI José Luis Merino, Presidente de la Federación Cubana y después de un cordial saludo me obsequia un número de la revista “Ajedrez Boliviano”, publicación modesta pero interesante, que por entonces se editaba en el hermano país. Nunca más he vuelto a encontrar aquel “histórico” ejemplar, pero recuerdo perfectamente que, en una de sus páginas aparecía un pequeño anuncio de la Unión del Ajedrez Postal Americano (U.D.A.P.A.) en el que se invitaba a los ajedrecistas latinoamericanos a participar en torneos postales. Esta es la génesis de donde surge y se desarrolla , algunos años después, el movimiento de ajedrecistas postales cubanos.
– Respondió al llamado …
—– Sin tener una idea clara de que se trataba, movido por la curiosidad y el deseo de ganar amigos, no lo pensé dos veces y envié la carta -¡histórica carta!- en la que solicitaba información sobre estos torneos. Estamos en 1965. De momento no recibí respuesta, y el asunto quedó olvidado, hasta que inesperadamente en 1967 (un año después de la Olimpíada Mundial de Ajedrez de La Habana, donde trabajé como profesor -con sólo 17 años- en la formación de técnicos y ya en el evento como Fiscal, una experiencia inolvidable que merece un libro aparte) recibo un abultado sobre que contenía en su interior las instrucciones necesarias para poder iniciarme como ajedrecista postal y el listado de participantes en un fuerte torneo (¡lo supe después!) el Temático Internacional G-7-67 (Gambito Letón); y junto con esto, me llegan dos o tres cartas con las primeras jugadas que me remitían mis adversarios que llevaban las piezas blancas.
Mi alegría fue inmensa y además desconcertante. Lo primero es que no tenía ni ligera idea de como se jugaba el Letón ni mucho menos imaginaba las complicaciones que me esperaban. En mi afán de no demorar el comienzo de mi participación (y en esos días una carta a Cuba, ida y vuelta, demoraba meses) le eché mano al primer librito de aperturas donde algo se decía sobre el Letón y, claramente, salí de la apertura muy mal parado, lo que me costó recibir en pocas jugadas las primeras derrotas rápidas (curioso, con negras , ¡y con blancas!) pero sobre la marcha logré ir arreglando las cosas, de manera que al final logré terminar en una posición bastante digna, en tan fuerte torneo, quedando a mitad de tabla, entre doce participantes, entre los que estaban Juan Morgado, Guillermo Toro, Víctor Ortíz y Pablo Atars, quien poco después organizaría el I Campeonato Mundial del Gambito Letón.
Han pasado muchos años y no conservo a mano aquellos documentos. No puedo afirmar categóricamente quien remitía aquella primera carta. probablemente fuera Neptalí Morillo Párraga, el venezolano, porque creo que era el coordinador del grupo. Pero lo que sí puedo afirmar es que entre las primeras personas que contacté y me apoyaron desde el inicio, como posible organizador de la actividad en Cuba, estuvieron Juan Sebastián Morgado y Carlos José Bet. A ellos siempre le deberá mucho el ajedrez postal cubano. Fue Morgado también, quien sirvió de intermediario para que pudiera publicar mi primera crónica de ajedrez en el revista mecanografiada “1.P4R” , lo cual me puso en contacto directo con Raúl Castelli y muchos otros amigos argentinos. Esa fue la semilla.
– ¿Enseguida nació FE.C.A.P.?
—– Surge realmente muchos años después. En 1969, y ya con cierta experiencia teleajedrecística, me aboco a la idea de organizar una Liga Nacional, a semejanza del modelo tomado de Argentina y otros países latinoamericanos. Entonces lo visito a Barreras, quien no apoya el proyecto, dándome sencillas razones: tiempo atrás había iniciado unas 50 partidas postales con aficionados de todo el país con el propósito de promover esa modalidad y prácticamente todas habían quedado inconclusas por desinterés de sus contrincantes. Por esa época la estructura federativa del deporte había cambiado en Cuba. Tácitamente no existían ni club ni federación como estructura organizativa; existían sólo como imagen internacional. La Federación Cubana de ajedrez, era una fachada para la FIDE, pero funcionaba realmente a través de la Comisión Nacional y Provinciales de Ajedrez, y esto era así prácticamente para todos los deportes. Por tanto, cuando en 1967 el mundo del ajedrez postal estaba organizado por clubes, en Cuba sólo yo jugaba por correspondencia, primero en U.D.A.P.A. y luego en C.A.D.A.P. e I.C.C.F., al tiempo que hago las primeras tentativas de organizar un campeonato postal cubano, que sólo se materializaría en 1972, cuando con el respaldo del Comisionado Nacional de ajedrez (en vivo), Oscar Cuesta Torres, periodista redactor de la revista cubana “Jaque Mate”, persona de gran conocimiento y cultura ajedrecística, es posible crear la Dirección General de Torneos Postales de Cuba, a partir de un proyecto que tuve que presentar a la Comisión Nacional de Ajedrez, con el compromiso de que fuese yo la persona que organizara y después dirigiera todas las actividades epistolares en el país. Ese proyecto fue aprobado en 1971 por la Dirección del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), institución que hasta hoy es la encargada de supervisar todo lo que tiene que ver con el deporte cubano.
– ¿Cual fue la primera actividad oficial de la FE.C.A.P.?
La foto se tomó en el club argentino, durante el Congreso de ICCF, Buenos Aires 1997.
—– Corridos los trámites, se lanza la convocatoria para organizar el primer Campeonato Nacional de Ajedrez Postal mediante una humilde nota publicada en la página deportiva del periódico “Gramma”, el medio de prensa de mayor tirada del país. Era el 5 de abril de 1972. Dos días después comienzan a llegar las primeras inscripciones, que finalmente sumaron cerca de 500, lo que constituyó una cifra récord para América Latina en esos años. El 1° de junio comenzaban las preliminares y al mismo tiempo se distribuían las instrucciones de juego y el primer número de la revista mimeografiada Ajedrez Postal Cubano, también bajo mi diseño y dirección general. Ambos componentes (campeonato y revista) fueron los cimientos a partir de los cuales fue factible consolidar en pocos meses un grupo directivo que nos permitió una año después tener más de 3000 participantes en torneos de distintos tipos y categorías. Si bien esto fue bueno, por la alta promoción y participación alcanzada, no lo fue para dar el salto a nivel internacional por el hecho de las inscripciones se cobraban, en tanto localmente era financiado por el INDER.
– En un momento se aleja de la entidad…
—– Transcurridos unos tres años (1975) yo había contraído responsabilidades mayores como profesor en la Universidad, siendo jefe de una asignatura (Geometría Descriptiva) que tenía una matrícula de más de 2000 estudiantes, impartida por un claustro de más de 30 profesores, en su mayoría muy jóvenes, y ya no me era factible conciliar las responsabilidades laborales con la dirección nacional del ajedrez postal y esto motivó que debiera transferir esta última a otro miembro del colectivo de dirección, que de hecho se reestructuró varias veces durante esos primeros años. Largo fue el camino de estos directivos para lograr la oficialización en el Departamento de Asociaciones del Ministerio de Justicia, concretada el 8 de agosto de 1989, quedando autorizada a funcionar como la Federación Cubana de Ajedrez Postal (FE.C.A.P.). De esta manera tenía representación y acción propia, sin vínculos de sumisión a la Federación Cubana de Ajedrez.
– Luego regresaría …
Ante la tumba de Gardel, para manifestar mi admiración y respeto por esta gloria de la música porteña y mundial. Me acompaña el maestro Sieiro, radicado en Buenos Aires.
—– Tuve un breve retorno a la directiva de FE.C.A.P., donde asumí la Secretaría General en el período 1997-2000. Durante la siguiente década trabajé como funcionario profesional de la Federación Cubana de Ajedrez, que sumado a nuevas responsabilidades académicas hicieron alejarme definitivamente del ajedrez. De hecho hace más de 20 años que no practico el postal, precisamente porque las tecnologías actuales imponen un ritmo de respuesta muy rápido, que practicamente obliga a responder día a día cada partida, y si uno no lo hace y se toma el tiempo reglamentario, algunos oponentes se molestan y empiezan a presionar porque uno juega “como si fuera por correo postal”, y esto es incompatible con mis responsabilidades laborales.
– ¿Las computadoras mejoran la calidad de las partidas?
—– Si, creo que en el ajedrez postal y con todas las críticas que se le hacen por su uso incontrolado como herramienta de apoyo, la van a enriquecer con nuevas formas de actuación, aunque para ello tengan que introducirse modificaciones importantes en función de los cambios que impone el desarrollo. Incluso no dudaría que una parte de futuros ajedrecistas por correspondencia den más importancia al hecho que el hombre tenga que jugar con sus propias fuerzas, sin ayuda de las máquinas y acepten disputar torneos regidos por una ética implícita de “cero maquinas”, manteniendo la esencia original donde la única ayuda que aceptan emplear cada participante sea la de los libros.
– Finalmente, ¿qué rol debería asumir C.A.D.A.P. para incrementar la actividad en América Latina?
—– Estar prácticamente desvinculado de las actividades y prácticas teelajedrecístas no me impiden recomendar que la Confederación no sólo es importante como institución regional propiciando el desarrollo de la práctica postal en Latinoamérica, sinó que se mantenga alerta para asumir los retos que se avecinan, sin perder su esencia. Espero que estas memorias que se están redactando, con el apoyo de muchas personas en el continente, constituya además un referente y una motivación para las personas que a nivel local se esfuerzan por mantener vivas sus respectivas federaciones, incluso luchando contra la realidad que imponen los cambios. Por eso es importante no olvidar que detrás de todas las transformaciones, siempre estará la naturaleza humana que, en última instancia, es quien decide las tendencias y las aspiraciones de los tiempos por venir, retomando incluso del pasado los valores y necesidades para quienes nos han de suceder en el futuro.
¿Cuales serán entonces las reglas del ajedrez, como actividad humana?. ¿Existirá el ajedrez mismo?. ¿Existirán las distancias?. ¿Qué hará falta que exista?.
¡Quién lo sabe!
Juan Carlos Pérez Rodríguez