Toro Solís cumple 70 años, por Juan Perez

El próximo lunes, GUILLERMO FRANCISCO TORO SOLIS DE OVANDO estará festejando sus 70 años de vida, de los cuales dedicó los últimos 50 a la práctica del ajedrez a distancia.
Nos sumamos a tan feliz acontecimiento de este destacado maestro chileno, uno de los seis jugadores que en este particular ámbito han conseguido el mayor número de normas de GM (13).
Preside LICHAP (Liga Chilena de Ajedrez Postal) desde hace dos décadas, concurriendo a Congresos de ICCF en su representación.
Elegido como Director Zona II (CADAP) para el período 2004/7, se vió obligado a abandonar anticipadamente tales funciones por fundadas razones de salud en 2006.
Ganó dos Zonales Latinoamericanos (XI y XVII) y terminó segundo en otros dos (XII y XVIII).
Participó en las finales de 3 Campeonatos Mundiales (18, 20 y 27) donde compitió en un plano de igualdad ante experimentados rivales, alcanzando posiciones acordes a sus expectativas , sin desentonar en ningún caso. Su mejor Elo fue de 2638, alcanzado en 2003, que le permitió alcanzar el puesto 26° en el ranking mundial.

Nació en Santiago de Chile, el 19 de noviembre de 1948. Casado, tiene seis hijos de dos matrimonios. Jubilado.
Ingeniero civil con especialización en obras hidraúlicas. No llegó a ejercer como tal, sinó en el área informática de la compañía eléctrica chilena.
Además del ajedrez, gusta mucho de la lectura y el cine. Se declara gran aficionado al fútbol, simpatizando con Colo-Colo.

Seguidamente reproduzco extractos de reportajes que nuestro homenajeado les concedió a Carlos Cranbourne (APA) y Gabriel Blasberg (CAPA).

– (CC) – ¿Podría relatar sus comienzos como ajedrecista postal?
— En el año 1967, cuando estaba en mi primer año de la universidad, tuve la oportunidad de conocer algunos jugadores, estudiantes como yo, que estaban participando en torneos de ajedrez por correspondencia. A través de ellos me contacté con José Ledezma Alvarez, quien tenía a su cargo la Liga Chilena de Ajedrez Postal (LI.CH.A.P..). Por él me enteré de la existencia de CADAP, y trabé conocimiento epistolar con Juan Sebastián Morgado. Entre Ledezma y Morgado gestionaron mi incorporación a dos torneos temáticos, uno del Gambito Letón y otro de la variante Breyer en la Ruy López.
Recuerdo que mis resultados en el Letón fueron un desastre (14.5 / 22), sobre todo con negras, ya que no poseía -en realidad ni siquiera conocía- la existencia de la «Biblia del Gambito Letón», que era el libro de aperturas abiertas de Paul Keres. En el temático de la Breyer me fue mejor: salí primero compartido con otros dos jugadores (14.5 / 18).
De ahí en adelante participé en torneos nacionales e internacionales, tanto individuales como por equipos, que me permitieron ir mejorando mi juego y ubicación en el escalafón postal.

– (GB) – ¿Cuales han sido mayores victorias tanto en el ajedrez postal como en vivo?.
— Jugué el II. Campeonato postal de Chile, donde llegué tercero y fui incorporado al equipo nacional que jugaría el II. Panamericano en el 2° tablero. Allí obtuve los puntos suficientes para lograr la primera norma de MI. A final del 1975 dejé el ajedrez postal, a raíz de una terrible tragedia familiar. En ese momento estaba jugando -entre otros torneos- la Final del III. Campeonato postal Chileno y como no alcancé a terminar ningún juego, quedé en último lugar con 0 punto. Algunos años después recibí una invitación de LI.CH.A.P. para jugar las Semifinales del IV. Zonal Latinoamericano y el III. Panamericano por equipos nacionales (ocupando el tercer tablero) donde logré el primer lugar, lo que me significó la obtención de la segunda norma de MI y clasifiqué a la Final del IV. Zonal. Ëste fue el último torneo que alcancé a terminar antes de verme obligado -en 1983- a abandonar nuevamente la práctica postal, acosado por múltiples problemas personales y familiares. Paradojicamente en ese mismo año la ICCF había ratificado mi título de MI.
La final del IV. Zonal es uno de los torneos que recuerdo con mayor emoción, aunque mi posición final no haya sido buena (6° entre 15 participantes). Se juntó a la mayoría de los más importantes jugadores del continente: Pappier, Marcussi, Lewkowitz, Pereyra, Bartís, Buj, Morgado, Sanchez, Silas Biava, etc.
Nuevamente volvía a jugar en 1988. Llevaba cinco años retirado del tablero postal, cuando Ledezma nuevamente me ofreció integrar el equipo chileno en el V. Panamericano. Ya por ese entonces se había instaurado el actual sistema de rating de ICCF y, por supuesto, mi Elo había quedado cercano a cero. A pesar de ello, le pedí a Ledezma ocupar el primer tablero ya que quería tener una medida objetiva del nivel de mi juego después de tantos años de ausencia. A esto se agregó que mi amigo Antonio Lascurain, Director de Torneos de CADAP, me consiguió un cupo en una de las semifinales del XVIII. Campeonato Mundial. Este fue el impulso final para mi decisión de volver de lleno a la actividad postal. Afortunadamente, todo se dió de acuerdo a mis expectativas, ya que en la última década, y sin considerar la Semifinal del Campeonato Mundial, donde no logré clasificar, sólo supe de buenos resultados. Obtuve el primer lugar en el 1° tablero del V. Panamericano (1988/91), primero en dos preliminares de la X. Copa Mundial ICCF (1994/7), gané mi grupo en el 1° tablero en el Campeonato Abierto por equipos ICCF por email (1997/8), el XI. Zonal Latinoamericano (1996/9) y el Memorial Lewkowitz «C».

– (CC) – A los lectores les agradaría saber algunos detalles sobre la metodología que aplicó para llegar a GM. ¿Qué puede contarnos al respecto?
— Creo que la obtención del título de GM pasa más por la disposición, la capacidad y las habilidades específicas de cada jugador, que por el uso de determinada metodología. ¡Y a eso le agregaría una razonable dosis de suerte, tan necesaria en toda empresa humana!.
En primer lugar, si un jugador postal quiere llegar a ser GM debe comprometerse seriamente con ese objetivo. Debe estar dispuesto a trabajar duro y a dedicar muchas horas al estudio, la investigación y el análisis. Debe considerar al ajedrez mucho más que un juego, y abordarlo de la misma forma en que se lo hace con una disciplina deportiva o científica.
En mi caso particular, yo siempre traté de dedicarme al ajedrez de esa manera, pero no siempre tuve la oportunidad de hacerlo. De hecho, desde mis comienzos hasta ahora, hubo dos largos períodos en que dejé la práctica postal, por considerar que mi situación personal hacía imposible la dedicación y el compromiso que esta actividad requiere.
Por otra parte, si comparo la manera en que yo abordaba los torneos y trataba mis partidas hace 15 años atrás con la forma en que hoy lo hago, no noto muchas diferencias. Sin embargo, un cambio sustancial se ha producido en las herramientas y recursos de apoyo con los que puede contar cualquier jugador de ajedrez, sea éste postalista o nó.
Por ejemplo, yo siempre traté de ser muy cuidadoso en la elección de las aperturas a jugar y procuraba estudiarlas con la mayor profundidad posible. Pero el material ajedrecístico de estudio del que disponía era muy escaso y tremendamente difícil de manejar. Recuerdo que para preparar una partida pasaba horas hojeando revistas y consiguiendo libros, que muchas veces eran antiguos y estaban definitivamente obsoletos. En muchos casos no poseía ningún antecedente de los gustos o la fuerza de un determinado jugador. En la actualidad, las bases de datos de ajedrez y la información que uno puede obtener en internet, casi al instante, han cambiado absolutamente el panorama. Si uno desea conocer las partidas de un determinado jugador puede obtenerlas en minutos y el estudio de una determinada línea puede hacerse sobre una muestra de cientos o miles de partidas.
Con estas nuevas posibilidades, creo que mi comprensión y tratamiento de las aperturas mejoró sustancialmente, sobre todo en la conducción de las piezas negras, donde frecuentemente me encontraba en posiciones que me disgustaban, ya fuera por la falta de perspectivas o porque quedaba definitivamente inferior. Además tomé una determinación que me resultó muy favorable. Con absoluto pragmatismo, decidí restringir mi repertorio de aperturas y defensas, tratando de diversificarme lo menos posible y poniendo así mis mejores esfuerzos en conocer al detalle las peculiaridades de cada posición derivada de ellas. Por ejemplo, en mis partidas con blancas inicié los juegos exclusivamente con 1.e4 y con negras me concentré en jugar solamente sicilianas contra …e4.
Otro aspecto tiene que ver con el registro ordenado de los análisis efectuados para cada juego. Cuando antes dependía de un lápiz y un cuaderno, el registro se me hacía bastante pasado, y muchas veces omitía hacerlo, con la obvia consecuencia de que semanas más tarde, enfrentado a la respuesta de mi contrario, tenía que hacer grandes esfuerzos de memoria -no siempre exitosos- para tratar de reconstruir mis ideas, planes y variantes. Hoy día llevo un registro de mis juegos en Chessbase y ahí mantengo todos mis análisis y comentarios.
Por último, y dado que en la actualidad la información nos llega a raudales desde diferentes fuentes, y se cuenta además con la ayuda de los computadores para el cálculo más rápido de variantes, ha cobrado más vigencia que nunca la habilidad para usarla con espíritu crítico, seleccionando lo que es realmente relevante y negándose a dar nada por sentado antes de su revisión y comprobación.

-(GB) – ¿Nos podría comentar sobre el Memorial Marcussi y su camino al título de GM?
— Cuando se inició el torneo, en marzo de 1996, estaba bastante convencido de que posiblemente sería «la» oportunidad que tendría para luchar por el título de GM, por lo difícil que me parecía ser incluído en este tipo de torneos, por su escaso número y la gran cantidad de interesados en participar. En ese aspecto estoy muy agradecido a CAPA (Círculo de Ajedrecistas Postales Argentinos) y en especial a Juan Morgado por haberme invitado. Debo admitir que antes de comenzar no tenía muchas esperanzas de éxito por la categoría del torneo, la más alta de todos los que había disputado. Sin embargo, al cabo de un tiempo empecé a darme cuenta que mis planteos habían sido acertados y que me encontraba en una situación bastante satisfactoria en la mayoría de los juegos. La única excepción era mi partida con Crespo, donde había quedado bastante inferior.
Mi primer resultado fue una tablas con blancas contra Johnson y al poco tiempo tuve la alegría de ganar mi primer juego con negras a Kranz quien, entusiasmado con sus posibilidades de ataque en una defensa Grunfeld, desestimó una variante forzada de tablas por jaque perpetuo y terminó sucumbiendo ante el contraataque de las piezas negras.
A continuación obtuve cuatro tablas sin mayores sobresaltos contra Wills, Rubinchik, Kofidis y Har-Even.
Sin embardo la cosa se complicó imprevistamente a fines de 1997 cuando, por causa de un error de anotación, quedé perdido con Volchok. No me quedó más que abandonar, bastante ofuscado, por el hecho de que a estas alturas ya había logrado una buena posición. Además mi situación había desmejorado en mis partidas con Olita Rause y Alvarez Rouchaud.
Como contrapartida, logré cosechar tres éxitos con blancas, en partidas en que llevé a cabo un juego de ataque bastante vistoso. Derroté a Merilo, con una idea poco explorada en una variante antigua de la defensa Siciliana; a Copié, con un ataque Austríaco contra su defensa Pirc y a Ramírez con una variante del cambio de la Ruy López, donde se produjo un interesante enfrentamiento con enroques opuestos. Aún así, la meta de los 10 puntos para obtener el título todavía se veía lejana.
Pero a partir de marzo de 1998 mi suerte empezó a cambiar en forma decisiva. Logré revertir mi partida con Crespo, transformando una posición prácticamente perdida en una ventaja terminante y obtuve tablas con Alvarez Rouchaud y Olita Rause. Ésta última fue una lucha titánica, que se extendió por 89 jugadas. Olita rechazó dos veces mis propuestas de tablas, para terminar proponiéndolas ella.
Finalmente obtuve dos victorias con negras frente a Redolfi y Patrici, que me permitieron llegar a los 10.5 puntos y alcanzar el título. En ambos casos, un planteamiento un tanto pasivo de las blancas me permitió hacerme de la iniciativa primero y montar un ataque decisivo al final.
Por último, logré vencer también a Veinger. Así las cosas, no puedo dejar de sentirme muy satisfecho con mi actuación la que, además de permitirme obtener el diploma de GM, me ha dejado en el primer lugar.

-(CC) – Cuéntenos acerca de su estilo de juego.
— No me resulta fácil definirlo. Depende bastante de las circunstancias, del rival que esté enfrentando y de la importancia de la partida en particular. Al disputar todas las partidas en forma simultánea, uno tiene la posibilidad de concentrar sus esfuerzos en aquellos juegos que permitan cumplir en mejor forma los objetivos que ha planteado: clasificar para una fase siguiente, salir campeón, obtener una norma o título, etc.
Quizás suene demasiado pragmático, pero resulta evidente la conveniencia, en ciertos momentos, de buscar posiciones pacíficas o tablas en pocas jugadas, de modo de dejarse mayor tiempo para la atención de las partidas cruciales.
En todo caso, creo que mi estilo es combativo sin ser necesariamente táctico. Me gustan las posiciones dinámicas con posibilidades de rupturas y combinaciones. Me aburren las partidas de largas maniobras con planteos de trincheras o peones bloqueados. En posiciones inferiores no me desmoralizo y trato de poner a mi rival en problemas hasta el final. Esta disposición me ha llevado a salvar o dar vuelta partidas en las que he estado inferior o incluso perdido.

– (GB) – ¿Cuales son en su opinión los mejores libros de ajedrez que ha leído?
— Los hay de todo tipo, por lo que resulta difícil mencionar a los mejores, haciendo abstracción de su temática.
Sin embrago, yo tengo una gran admiración por los libros clásicos, tales como «Fundamentos del ajedrez», «Los grandes maestros del tablero» y «Mi sistema». En relación a los dedicados a partidas , torneos o matches, me gustaron mucho «El ajedrez superior de Tigran Petrosian» de Albéric O¨Kelly; «Mis 60 partidas memorables» y el que escribió Tal con motivo de su primer match por el Campeonato Mundial contra Botvinnik
Hay un último libro que me gustaría mencionar, que no es muy conocido pero que yo lo considero una pequeña joyita. Me divertí muchísimo leyéndolo y hoy lo recuerdo con añoranza, porque se me perdió en una de mis varias mudanzas de domicilio. Se llamaba «Lecturas de ajedrez» y estaba escrito por Yuri Averbach, me parece. Es una recopilación de memorias y anécdotas relacionadas con el ajedrez y sus maestros en la Unión Soviética de los ¨50 y ¨60.

– (CC) – ¿Quién es su ajedrecista preferido?
— No tengo uno sólo. Hay una generación por la que siento un especial aprecio, a pesar de los diferentes estilos de cada uno: Petrosian, Tal, Spassky, Fischer, Larsen y Korchnoi, no necesariamente en ese orden. Su destacada presencia en la cúpula del ajedrez mundial marcó toda una época, que fue justamente aquella en la que yo empecé a jugar e interesarme seriamente por el ajedrez. Fueron sus partidas y sus hazañas sobre el tablero las que tuve ocasión de conocer, en una época en que la difusión del ajedrez en mi país era prácticamente nula.

– (GB) – ¿Cómo enfrenta la lucha en una partida sabiendo que la evidente influencia de las computadoras puede ser decisiva más allá de la fuerza de su oponente?
— Indudablemente la irrupción de las computadoras ha revolucionado el ajedrez actual, sobre todo el postal. Los programas son temibles, especialmente en aquellas posiciones de carácter exclusivamente táctico. Sin embargo, estoy convencido que sólo representan un recurso más a disposición de uno, tan útil como podría serlo una variante casera especialmente venenosa que ha llegado a nuestras manos, una biblioteca ajedrecística descomunal o un Gran Maestro que vive al lado de nuestra casa. Hay una diferencia en todo caso: ¡hoy en más fácil poseer una computadora y un programa de ajedrez, que tener a un GM de vecino!.
Por ello, desarrollo mis partidas partiendo de la presunción de que mi rival, independientemente de su fuerza, tiene un programa de ajedrez. Si estoy equivocado, mal no me va a hacer. Así, por débil que sea mi adversario, voy a estar seguro que no va a ser tan amable de colgarse una pieza o dejarse dar mate en tres. Además tendré la seguridad de que va a emplear una apertura en forma bastante correcta , simplemente repitiendo las jugadas que le indique su programa.
Todo lo anterior plantea un desafío extra, que no deja de tener sus atractivos. Uno debe analizar cada juego desde dos puntos de vista, previendo -por una parte- las jugadas que haría su programa y considerando, por otra, los movimientos e ideas que llevaría a cabo tu contrincante humano.
Mi experiencia de estos últimos años me ha indicado que un jugador inferior no debiera tener nada que hacer frente a un maestro, además de hacer lo que sabe, conozca y utilice en su propio provecho, las fortalezas y debilidades de los programas de ajedrez.

– (GB) – ¿Cuál es para Ud. el programa que mejor juega?.
— Bueno, sólo conozco una cantidad limitada de programas, posiblemente los más populares. He tenido ocasión de probar el Fritz, el Genius en sus varias versiones, M Chess, M Chess Pro, Hiarcs y W Chess.
La verdad es que no encuentro grandes diferencias entre ellos, al margen de su mayor o menor rapidez de cálculo o la riqueza de sus libros de apertura. Personalmente, el que más me gusta es el Genius, pero seguramente va a haber muchas personas que discreparán, pudiendo incluso fundamentar sus preferencias con estadísticas de torneos con participación de computadores, encuentros de programas entre sí, evaluaciones, etc.

Adhiriendo a esta celebración con quien nos acostumbró que fuera quien trazara planes tácticos de largo alcance, nos mostrara su hábil estrategia para provocar empates en partidas decisivas cuando las circunstancias lo requerían y una enérgica resistencia para defenderse en posiciones inferiores.

Juan Carlos Pérez Rodríguez

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