Uno de los aspectos positivos que más se destaca en la practica cotidiana del ajedrez en la escuela, es la posibilidad que tienen los niños de contribuir con el desarrollo de su capacidad de pensamiento, participando en una actividad que los entretiene al mismo tiempo que estimula en sus cerebros la búsqueda de soluciones para los variados problemas que se presentan sobre el tablero.
En este sentido el ajedrez los divierte, les ayuda a compartir, los instala en una pequeña competencia, pero por sobretodo los confronta con sus propias ideas y con la necesidad de intentar comprender e interpretar las ideas de quien circunstancialmente comparte el juego frente a ellos.
La diversidad de posturas ante estos desafíos o, para decirlo de otra manera, las formas de encarar el juego, son tantas como alumnos hay en el aula.
Sin embargo hay algunos ejes en común que los abarcan a todos.
Por un lado la sorpresa que manifiestan cuando son participes de una buena jugada o una sucesión de movimientos encadenados del contrario; esta sorpresa a algunos los deja boquiabiertos, a otros enojados, desanimados, perplejos por lo que ha sucedido o en algunos casos, maravillados por lo que acaban de presenciar.
Sea cual sea la actitud manifestada, se ha producido un doble aprendizaje. El del generador del plan y el que percibe el espectador-rival, que también se vio beneficiado con lo sucedido, a pesar de verse superado.
Por otro lado, y poniendo especial atención en lo realizado por el ejecutor del plan, este ha experimentado una circunstancia especial que puede desdoblarse.
Luego de haber dedicado un tiempo a examinar la posición, ha evaluado algunas alternativas y ha descubierto de acuerdo a situaciones ya vividas en el pasado, la posibilidad de utilizar o combinar recursos ya conocidos de una manera nueva e innovadora para su cerebro.
También, esto sucede en menor medida, puede haber realizado una acción creativa, situación que es novedosa no por lo que ha utilizado de sus conocimientos previos, sino porque logró dar un salto cualitativo en su pensamiento, “creando” una nueva manera de utilizar a su “equipo”.
Por lo tanto el plan puede ser:
A) Descubierto sobre conocimientos previos
B) Creado sobre pensamientos nuevos
Lo hermoso de estar en presencia de estos momentos en el aula, es que se distinguen claramente por lo comentarios que algunos de los participantes realizan. No es raro escuchar:
-¡ah, se me ocurrió algo!
-¡Tengo un plan!
-¡No pensé en ese movimiento!
-¿Pero, como lo hiciste?
-¡No es bueno que hagas esa jugada!
-¡Ya encontré la solución!
-¿Quieres que te diga que jugada hacer?
Cuando escucho este tipo de frases, me acerco y trato de ver que sucedió, observando el tablero o consultando a los participantes.
Ante la explicación que recibo y las expresiones en los rostros de los alumnos, recuerdo el famoso ¡Eureka! de Arquímedes y reflexiono sobre lo lejos que se puede llegar con solo dedicar un tiempo a movilizar nuestro cerebro.
Autor: Esteban Souto – Profesor de Ajedrez
Ilustración: Erica Roncari – Artista Plástica